Poco a poco fue despertando de aquel sueño forzado. Se incorporó de la silla del médico con miedo, temiendo que las visiones siguieran ahí.
- "Todo salió bien, estas bien", escuchó al médico decir.
Pero en su cabeza giraban aún las imágenes de bosques, lagos, caballos, niebla y frio. ¿Irlanda del Norte? ¿Sería esto influencia de una película o era real?
Como fuera y lo que fuera, lo único que tenía seguro era que la regresión había terminado y que podía respirar. Salió del consultorio de prisa, un poco mareado, deseando llegar a casa y volver a revivir lo que había visto.
Siguiendo la primera indicación del médico fue girando lentamente la cabeza para reconocer lo que le rodeaba. Había un lago y en él podía ver reflejados aquellos árboles inmensos. Sentía frio. Una densa capa de neblina cubría la parte baja de los árboles.
Según la segunda indicación del médico, avanzó veinte años. Volvió a ver los árboles, pero ahora se encontraba sobre un caballo. Formaba parte de un grupo de jinetes que intentaban llegar a lo alto de una colina cubierta de pasto verde esmeralda. Sentía miedo, sentía la fuerza del caballo debajo de él. Se miró las piernas y quedó asombrado al verse vestido con una especie de falda. No era armadura, eran harapos y falda. Podía sentir el olor a fresco, a pasto mojado, a humedad, a campo. Pronto llegaron a lo que parecía la orilla de un acantilado. El mar chocaba contra las rocas y él, junto al grupo de jinetes, observaba desde arriba.
Ahora comprende esa fobia a los caballos. A lo mejor cayó de esa orilla. A lo mejor el caballo tropezó.
Por ahora se conforma con saber que no fue ni princesa, ni perro, ni esclavo. Fue un caballero andante. Sin armaduras, pero libre.
Escrito por Marielette a las 18 de Agosto 2005 a las 06:21 PM